Hace diez años, el presidente chino Xi Jinping presentó una visión que transformaría el comercio internacional: la Iniciativa de la Franja y la Ruta, conocida también como la Nueva Ruta de la Seda. Este proyecto busca revitalizar las antiguas rutas comerciales que conectaban Asia con Europa y África, estableciendo una red moderna de transporte, energía y tecnología que promueve la conectividad global.
A través de miles de kilómetros de carreteras, trenes, puertos y redes digitales, la iniciativa pretende facilitar el flujo de mercancías y capitales entre más de 150 países. En este contexto de movimiento constante de bienes, los seguros de carga son fundamentales para proteger los envíos internacionales frente a los riesgos asociados a esta nueva era de comercio intercontinental.
El origen y la estructura de la Nueva Ruta de la Seda
La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, fue presentada por Xi Jinping en 2013 con el objetivo de mejorar la conectividad entre Asia, Europa y África, y así fortalecer el comercio internacional. Inspirada en las antiguas rutas comerciales terrestres y marítimas, esta nueva versión combina inversión en infraestructura, transporte, energía y tecnología, bajo un mismo principio: crear una red global de desarrollo compartido.
El proyecto se compone de dos ejes principales:
- La Franja Económica de la Ruta de la Seda. Conecta a China con Europa a través de Asia Central y Medio Oriente, mediante corredores ferroviarios y carreteros.
- La Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI. Refuerza las conexiones oceánicas desde los puertos chinos hasta África y el Mediterráneo, pasando por el Sudeste Asiático y el océano Índico.
A lo largo de una década, esta red ha dado lugar a más de 200 acuerdos de cooperación y proyectos que abarcan desde la construcción de autopistas hasta redes de telecomunicaciones y energía. Un ejemplo de ello es el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), valorado en más de 60 mil millones de dólares, que une el puerto de Gwadar con la ciudad china de Kashgar. Este corredor no solo mejora el acceso marítimo de China, sino que impulsa el desarrollo económico de Pakistán mediante la creación de empleos, infraestructura y nuevas zonas industriales.
Otro proyecto emblemático es el tren de alta velocidad Yakarta-Bandung, inaugurado en 2023. Este recorrido, que antes duraba tres horas y media, ahora se completa en apenas 45 minutos, convirtiéndose en un símbolo del avance tecnológico y logístico promovido por la Franja y la Ruta.
Los beneficios de esta red son múltiples:
- Modernización de infraestructuras en regiones con escasa inversión.
- Reducción de tiempos logísticos y costos de transporte.
- Impulso al comercio interregional y diversificación de socios económicos.
Sin embargo, el crecimiento de estas rutas también trae consigo nuevos desafíos logísticos y riesgos en el transporte de mercancías. Por eso, las coberturas de seguro de carga adquieren una relevancia estratégica: protegen las inversiones y aseguran la continuidad del flujo comercial en trayectos cada vez más complejos y extensos.
¡Aquí te contamos todo acerca de la antigua Ruta de la Seda y su impacto económico!
La influencia económica y geopolítica de China
Más allá de lo económico, la Nueva Ruta de la Seda representa una estrategia geopolítica con la que China busca consolidar su papel como superpotencia mundial. A través de la inversión en países estratégicos, Pekín ha expandido su influencia en regiones que tradicionalmente dependían de potencias occidentales.
Por ejemplo, en África, China ha financiado proyectos portuarios y ferroviarios que fortalecen el comercio en el continente. En el Cuerno de África, la base militar china en Yibuti garantiza el control del estrecho de Bab al-Mandeb, uno de los pasos marítimos más importantes para el transporte de petróleo. En Latinoamérica la participación china ha crecido rápidamente mediante inversiones en energía, minería y transporte, especialmente en países como Argentina, Brasil y Chile.
Un ejemplo ilustrativo de la expansión comercial es la línea ferroviaria Yiwu-Madrid, el tren de carga más largo del mundo, que conecta directamente China con Europa a lo largo de 13 mil kilómetros. Este corredor no solo acorta los tiempos de transporte, sino que también ha impulsado el comercio bilateral entre China y la Unión Europea.
Sin embargo, esta expansión también ha generado críticas. Algunos analistas consideran que los préstamos otorgados por bancos chinos pueden crear una “trampa de deuda” para los países receptores. Otros señalan la falta de transparencia en ciertos proyectos o el impacto ambiental que algunas obras han provocado.
A pesar de estas controversias, los resultados económicos son innegables. La iniciativa ha atraído más de un billón de dólares en inversiones y el comercio entre los países participantes sigue en aumento. China, por su parte, argumenta que la Franja y la Ruta no busca dominación, sino una cooperación basada en beneficios mutuos y desarrollo sostenible.
Hacia una ruta más verde y sostenible
Uno de los grandes desafíos que enfrenta la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda es su impacto ambiental. La construcción masiva de carreteras, presas y puertos ha generado críticas por el uso intensivo de recursos naturales y la alteración de ecosistemas. En 2019, algunos estudios advirtieron que, de mantenerse el ritmo actual de desarrollo, la temperatura global podría aumentar en más de 2°C, superando los límites del Acuerdo de París.
En respuesta, China ha comenzado a promover una Franja y Ruta más verde, impulsando proyectos de energía limpia y mecanismos financieros sostenibles. En 2018, se publicaron los Principios de Inversión Verde para la Iniciativa, firmados por decenas de países, con el fin de:
- Reducir las emisiones de carbono en los proyectos financiados.
- Evaluar y mitigar los riesgos climáticos.
- Promover el uso de bonos verdes y tecnologías de baja emisión.
China, como principal fabricante mundial de paneles solares, turbinas eólicas y baterías, está en posición de liderar esta transformación. Por ejemplo, en 2021 el Banco de China anunció que dejaría de financiar proyectos de carbón en el extranjero, y empresas como Ping An comenzaron a desinvertir en industrias altamente contaminantes.
La visión de sostenibilidad también abarca el aspecto social y cultural. La Nueva Ruta de la Seda busca estrechar lazos entre pueblos mediante intercambios educativos, cooperación científica y promoción del patrimonio cultural. Universidades y centros de investigación en Asia, África y Europa colaboran para compartir conocimientos en tecnología, energía y transporte, fortaleciendo el componente humano del proyecto.
De esta manera, la iniciativa no solo conecta territorios, sino también ideas, valores y aspiraciones comunes hacia un desarrollo más equilibrado. El reto está en lograr que esta integración económica no sacrifique el bienestar ambiental ni social de las comunidades involucradas.
En conclusión, la Nueva Ruta de la Seda es, sin duda, uno de los proyectos más ambiciosos del siglo XXI. Más que un plan de infraestructura, representa una nueva forma de entender la globalización, donde la conectividad y la cooperación internacional se convierten en motores del progreso.
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Fuente: WeForum



