La propulsión híbrida en buques es un sistema que combina motores diésel tradicionales con motores eléctricos alimentados por baterías (y, en algunos casos, por celdas de combustible o generadores de metanol) para ofrecer una navegación más eficiente, sostenible y silenciosa. En lugar de depender de una única fuente de energía, el sistema híbrido permite alternar o combinar ambas según las condiciones de operación, lo que reduce el consumo de combustible y las emisiones contaminantes sin comprometer el rendimiento.
Actualmente, la adopción de esta tecnología también se alinea con otros aspectos logísticos clave, como la protección del valor de las mercancías mediante seguros de carga, que garantizan la seguridad económica de las operaciones marítimas ante posibles imprevistos. Así, la innovación tecnológica y la gestión de riesgos se entrelazan para fortalecer el futuro del transporte marítimo global.
¿Cómo funciona la propulsión híbrida?
El principio básico de la propulsión híbrida consiste en integrar dos o más fuentes de energía (una convencional y otra eléctrica) para impulsar la nave. El sistema decide, de manera automática o mediante control del operador, cuál usar según la fase del trayecto o la demanda energética.
De esta manera, un buque con este tipo de propulsión suele estar compuesto por:
- Motor diésel principal. Empleado para la navegación en mar abierto, donde se requiere potencia constante y prolongada.
- Motores eléctricos. Utilizados en maniobras portuarias, trayectos cortos o zonas donde se busca reducir emisiones.
- Generadores o celdas de combustible. Que alimentan las baterías o suministran energía adicional al sistema.
- Sistema de control inteligente. Encargado de optimizar el uso de cada fuente para maximizar eficiencia y autonomía.
Este diseño permite aprovechar la energía eléctrica en momentos estratégicos (por ejemplo, al entrar o salir del puerto) y usar la potencia diésel solo cuando es realmente necesaria.
Un ejemplo de esto es el de los ferris Ro-Ro híbridos que operan en el norte de Europa. Durante la salida del puerto, el ferry utiliza únicamente motores eléctricos alimentados por baterías, lo que le permite maniobrar sin emisiones y reducir el ruido submarino. Al llegar al mar abierto, el motor diésel principal se activa, manteniendo la velocidad de crucero. Mientras tanto, parte de la energía generada se utiliza para recargar las baterías, garantizando autonomía para la siguiente maniobra.
El resultado es una operación más limpia, eficiente y rentable. Además, al disminuir el uso del motor de combustión durante ciertas fases del trayecto, se reducen los costes de mantenimiento y el desgaste mecánico.
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Tipos de sistemas híbridos y sus beneficios
En la actualidad, existen dos arquitecturas principales de propulsión híbrida:
- Híbrido en paralelo. El motor diésel y el eléctrico funcionan simultáneamente o de forma alternada, combinando su potencia para optimizar el rendimiento.
- Híbrido en serie. El motor diésel no propulsa directamente el barco, sino que alimenta un generador que suministra energía eléctrica a los motores de propulsión. Este sistema ofrece un mayor nivel de eficiencia y flexibilidad energética.
Ambos esquemas pueden integrarse con fuentes adicionales, como paneles solares, pilas de combustible o sistemas de recuperación de energía, para lograr una navegación casi libre de emisiones.
Por otra parte, la implementación de este tipo de propulsión ofrece una amplia gama de ventajas:
- Reducción de emisiones contaminantes. Según la Organización Marítima Internacional (IMO), los sistemas híbridos pueden disminuir las emisiones de CO2 entre un 30% y un 50%.
- Ahorro de combustible. Los motores eléctricos reducen significativamente el consumo en maniobras portuarias y velocidades bajas.
- Menor ruido y vibración, lo que mejora la comodidad de los pasajeros y reduce el impacto sobre la fauna marina.
- Optimización de costes operativos. Menor gasto en combustible y mantenimiento a largo plazo.
Ciertas empresas como Stena Line o Color Line ya han reportado ahorros sustanciales tras la incorporación de sistemas híbridos en sus flotas. Además, al reducir las emisiones, los armadores cumplen con normativas ambientales más estrictas, lo que evita sanciones y mejora su reputación corporativa.
En este contexto de innovación y optimización de recursos, también cobra relevancia la gestión del riesgo logístico: así como los buques buscan minimizar su impacto ambiental, las empresas buscan minimizar riesgos económicos mediante seguros de carga marítima, esenciales para proteger la inversión en cada viaje.
Retos y aprendizajes en la adopción de sistemas híbridos
A pesar de sus múltiples ventajas, la implementación de la propulsión híbrida aún enfrenta los siguientes retos y errores en su implementación:
- Coste inicial elevado. La inversión en baterías, electrónica de potencia y sistemas de gestión inteligente sigue siendo alta, aunque se compensa con el ahorro operativo a largo plazo.
- Infraestructura portuaria limitada. Muchos puertos todavía no cuentan con instalaciones adecuadas para la recarga eléctrica o el mantenimiento de sistemas híbridos.
- Disponibilidad tecnológica desigual. No todos los astilleros o armadores tienen acceso a proveedores especializados en integración de sistemas eléctricos y de combustión.
- Subdimensionar las baterías. Un cálculo incorrecto de la capacidad puede provocar fallos operativos y pérdida de autonomía.
- No considerar el ciclo de vida de los componentes. Las baterías y celdas de combustible tienen una vida útil limitada que debe planificarse con antelación.
- Integración deficiente de los sistemas. Cuando los motores eléctricos y diésel no se comunican correctamente, la eficiencia energética se pierde y los costes aumentan.
Para evitarlos, es necesario aprender de los proyectos más exitosos, los cuales destacan por:
- Una planificación energética detallada, que considera trayectos, demandas de potencia y tiempos de recarga.
- Colaboración entre todos los actores del proyecto, desde el diseño del buque hasta su operación diaria.
- Capacitación de las tripulaciones, ya que los sistemas híbridos requieren nuevas competencias técnicas para su gestión y mantenimiento.
Además, el aprendizaje obtenido en los primeros proyectos pioneros está permitiendo una rápida mejora de las tecnologías híbridas, especialmente en lo referente a almacenamiento de energía y control inteligente. Empresas como Baumüller, especializadas en sistemas eléctricos de propulsión marítima, han desarrollado conceptos de eficiencia comprobada que combinan generadores diésel o de metanol con motores eléctricos, logrando el equilibrio ideal entre potencia, ahorro y sostenibilidad.
En conclusión, la propulsión híbrida en buques simboliza el equilibrio entre innovación tecnológica, rentabilidad y compromiso ambiental. Su capacidad para combinar motores eléctricos y diésel de forma inteligente permite reducir el consumo de combustible, mejorar la maniobrabilidad y minimizar el impacto ambiental del transporte marítimo.
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Fuente: Interseas



