La congestión portuaria es uno de los mayores desafíos del comercio internacional moderno, capaz de generar retrasos masivos, costos inesperados y desajustes en cadenas de suministro enteras. En 2025, las demoras en puertos como Shanghái, Singapur, Rotterdam y Manzanillo han puesto bajo presión a empresas de todos los sectores. Para muchas compañías, un pequeño contratiempo en un puerto clave puede desencadenar pérdidas significativas, por lo que contar con planes de contingencia sólidos (como la contratación de un seguro de transporte de mercancías que respalde la mercancía en caso de imprevistos) es una pieza esencial de cualquier estrategia logística.
Comprender las causas y el impacto de la congestión portuaria
Para combatir un problema tan complejo, el primer paso es entenderlo a fondo. Los puertos marítimos son vías fundamentales para el comercio global, ya que mueven más del 80 % del comercio internacional por volumen. Sin embargo, en 2025 se han visto saturados como pocas veces antes. Algunos informes recientes revelan demoras de entre 3 y 10 días en puertos asiáticos, europeos y latinoamericanos. Entre las causas más determinantes de esta congestión portuaria se encuentran:
- Crecimiento del comercio internacional. El auge del comercio electrónico y las fluctuaciones en la demanda mundial provocan picos de tráfico que superan la capacidad instalada.
- Infraestructura insuficiente. Muchas terminales no han recibido inversiones significativas desde antes de la pandemia, por lo que sus equipos y patios de almacenamiento no están preparados para volúmenes récord.
- Problemas laborales y falta de personal. Las huelgas y escasez de operadores calificados ralentizan las operaciones.
- Condiciones climáticas extremas. Las sequías en Europa o tormentas en el Pacífico reducen la navegabilidad y aumentan las demoras.
- Redirección de rutas comerciales. Nuevas tarifas arancelarias y acuerdos comerciales han saturado puertos que no estaban preparados para recibir grandes volúmenes.
Las consecuencias son profundas:
- Retrasos en la entrega y pérdida de confianza de los clientes.
- Sobrefletes, almacenamiento prolongado y tarifas por congestión que pueden elevar los costos entre un 15% y un 40%.
- Las industrias automotriz, agroindustrial y de comercio electrónico han reportado desabasto de componentes y productos terminados.
- La necesidad de redocumentar o desviar envíos que a su vez genera complicaciones administrativas.
Comprender este panorama permite a las empresas anticiparse y preparar medidas proactivas. También es el momento de fortalecer herramientas de respaldo como el seguro de carga, que ayuda a amortiguar el impacto financiero de incidentes fuera del control de los operadores logísticos.
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¿Qué estrategias se proponen?
Una respuesta efectiva a la congestión portuaria comienza con una planificación inteligente y una comunicación fluida entre todos los involucrados. Las siguientes estrategias pueden marcar la diferencia:
- Sistemas avanzados de gestión de inventarios. Estos sistemas permiten programar los envíos de forma que se eviten picos de tráfico, lo que minimiza el riesgo de almacenamiento excesivo en puertos.
- Monitoreo en tiempo real de envíos. Las plataformas digitales que rastrean el estado de contenedores y buques permiten reaccionar rápidamente ante demoras o bloqueos.
- Diversificación de rutas y puertos. No depender de un solo puerto es clave. Por ejemplo, en México, redistribuir el tráfico entre Manzanillo, Lázaro Cárdenas y Veracruz ha demostrado ser eficaz para reducir cuellos de botella.
- Colaboración activa entre partes interesadas. Los transportistas, navieras, autoridades portuarias y clientes deben compartir información en tiempo real para coordinar horarios y evitar retrasos adicionales.
Asimismo, un caso notable es el uso de blockchain para agilizar trámites aduaneros. Esta tecnología permite validar documentos de manera casi instantánea, evitando cuellos de botella burocráticos. Asimismo, el Internet de las Cosas (IoT) ofrece visibilidad total sobre el estado de los contenedores, facilitando la toma de decisiones cuando las operaciones portuarias se ven afectadas.
Además, conviene implementar planes de contingencia claros, por ejemplo:
- Establecer acuerdos con navieras alternativas en caso de congestión extrema.
- Mantener inventarios de seguridad en puntos estratégicos.
- Preparar documentación anticipada para agilizar el despacho en puertos secundarios.
La planificación y la colaboración son factores que reducen significativamente el impacto negativo de la congestión y aumentan la resiliencia de toda la cadena de suministro.
Invertir en infraestructura, automatización y resiliencia operativa
A largo plazo, superar la congestión portuaria depende de inversiones en infraestructura y tecnologías avanzadas. Entre las acciones más relevantes se encuentran:
- Automatización portuaria. Ciertos puertos como Róterdam lideran el uso de grúas automatizadas y vehículos autónomos para acelerar las operaciones, reduciendo la dependencia de la mano de obra disponible.
- Modernización de infraestructura. La expansión de patios de almacenamiento y la compra de apiladores modernos permite manejar mayores volúmenes de carga en menos tiempo.
- Digitalización de procesos. El uso de gemelos digitales y sistemas avanzados como Navis N4 ayuda a simular y optimizar los flujos de trabajo antes de implementarlos.
- Capacitación continua del personal. Un equipo capacitado puede adaptarse mejor a tecnologías avanzadas y responder de manera efectiva a los picos de demanda.
- Prácticas sostenibles. Integrar energías renovables, reducir emisiones y optimizar el uso de recursos fortalece la competitividad y prepara a los puertos para regulaciones ambientales más estrictas.
También es esencial que las empresas adopten una mentalidad de resiliencia operativa:
- Mantener contratos flexibles con varias navieras para no depender de un solo proveedor.
- Establecer alianzas público-privadas para fomentar la modernización de puertos locales.
- Evaluar periódicamente las vulnerabilidades de la cadena de suministro para actuar antes de que los problemas escalen.
Por ejemplo, el puerto de Singapur ha implementado zonas francas y procesos simplificados que permiten el tránsito rápido de mercancías, lo cual es una práctica que países como México podrían adaptar para fortalecer su red portuaria. Igualmente, el auge del comercio electrónico exige que los puertos cuenten con infraestructura que permita gestionar envíos más pequeños pero más frecuentes.
En conclusión, la congestión portuaria es un desafío sistémico que afecta a todo el ecosistema logístico. Si bien factores como las condiciones climáticas o las huelgas escapan al control de las empresas, existen múltiples estrategias para mitigar sus efectos.
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Fuente: The Logistics World