En el contexto marítimo, los combustibles alternativos son aquellos que se proponen como sustitutos del fueloil convencional utilizado por la mayoría de las embarcaciones mercantes. A diferencia de los combustibles fósiles tradicionales, estas alternativas están diseñadas para reducir o eliminar las emisiones contaminantes generadas por el transporte marítimo, lo que contribuye significativamente a los objetivos globales de sostenibilidad y lucha contra el cambio climático.
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Nuevas rutas energéticas: los principales combustibles alternativos
A medida que la industria marítima busca reducir su huella ambiental, diversos combustibles alternativos han emergido como candidatos viables para sustituir al diésel y el fueloil. A continuación, se describen algunos de los más relevantes:
- Metanol
Este es una sustancia química líquida, incolora y biodegradable que se produce principalmente a partir del gas natural, aunque también puede obtenerse de fuentes renovables como la biomasa o el dióxido de carbono reciclado. Su uso en el transporte marítimo ha sido respaldado por grandes compañías como Maersk, que ya opera buques impulsados por este combustible.
Algunas de las ventajas clave del metanol son las siguientes:
- Reducción significativa de las emisiones de dióxido de carbono cuando se produce de forma sostenible.
- Cumplimiento de la normativa OMI 2020 en cuanto al contenido de azufre.
- Puede utilizarse en motores duales que también funcionen con combustibles convencionales.
- Disponibilidad para abastecimiento (bunkering) en 88 de los 100 puertos más importantes del mundo.
- Amoníaco
El amoníaco (NH3) es otra opción prometedora que no contiene carbono, lo que significa que no genera emisiones directas de dióxido de carbono al quemarse. Puede producirse a partir de hidrógeno verde y nitrógeno, aunque su manejo presenta retos debido a su toxicidad.
Los puntos clave del amoníaco que lo posicionan como uno de los combustibles alternativos más eficientes en el sector son los siguientes:
- Tiene potencial como combustible cero emisiones si se genera con energía renovable.
- Su toxicidad exige medidas estrictas de seguridad a bordo.
- Actualmente presenta bajo nivel de preparación reglamentaria.
- Hidrógeno
El hidrógeno puede usarse directamente como combustible o para generar electricidad mediante celdas de combustible. Al igual que el amoníaco, su quema no produce CO2, lo que lo convierte en una alternativa limpia, pero con importantes retos técnicos.
Entre sus ventajas y desafíos pueden destacarse:
- Excelente capacidad energética por kilogramo.
- Puede producirse de forma renovable (hidrógeno verde).
- Requiere infraestructuras de almacenamiento y distribución completamente nuevas.
- Muy inflamable, lo que plantea riesgos operativos.
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¿Cómo es su marco regulatorio?
La transición hacia combustibles alternativos no puede evaluarse únicamente desde el punto de vista técnico o ambiental. Un factor clave es el marco regulatorio que permita su implementación segura, eficiente y estandarizada en todo el mundo.
La OMI, en colaboración con iniciativas como GreenVoyage2050 y la Alianza Global de la Industria para Apoyar el Transporte Marítimo con Bajas Emisiones de Carbono (conocida como GIA de Bajas Emisiones de Carbono), ha emprendido una revisión exhaustiva de sus principales convenios para identificar lagunas normativas en relación con estos nuevos combustibles.
Los convenios y códigos analizados incluyen:
- Convenio SOLAS (Seguridad de la vida humana en el mar)
- Convenio MARPOL (Prevención de la contaminación por buques)
- Código IGF (Buques que utilizan gases o combustibles de bajo punto de inflamación)
- Código CIQ y CIG (Quimiqueros y buques de gases licuados)
A partir de esta revisión, se aplicó un sistema de codificación tipo semáforo para clasificar el nivel de preparación normativa: bajo, medio o alto. Por ejemplo, el metanol y el gas natural licuado tienen niveles de preparación más altos, mientras que el hidrógeno o el amoníaco aún requieren un desarrollo reglamentario más amplio.
Algunos aspectos normativos aún pendientes:
- Estándares técnicos de seguridad a bordo para nuevos combustibles.
- Evaluación del ciclo de vida de emisiones (LCA).
- Reglas para la certificación de motores adaptados o nuevos.
- Normas internacionales para responder ante derrames o accidentes con estos combustibles.
Retos y oportunidades para la industria naviera
La implementación de combustibles alternativos en el transporte marítimo global está repleta de desafíos, pero también abre la puerta a una nueva era de eficiencia, sostenibilidad y liderazgo tecnológico. Algunos de los retos más importantes incluyen:
- Infraestructura insuficiente. Los puertos del mundo aún no están preparados para ofrecer bunkering seguro y eficiente para todos los combustibles alternativos.
- Costos de transición. La conversión de barcos actuales o la construcción de nuevas embarcaciones con tecnología compatible implica inversiones elevadas.
- Disponibilidad y producción. Muchos combustibles aún no están disponibles a gran escala ni cuentan con cadenas de suministro estables.
- Formación del personal marítimo. Se requieren programas de capacitación técnica y de seguridad para operar con estos nuevos sistemas energéticos.
Sin embargo, sus oportunidades son las siguientes:
- Reducción de emisiones globales. El transporte marítimo representa cerca del 3% de las emisiones de CO₂ a nivel mundial. Su transformación puede tener un impacto significativo en la lucha contra el cambio climático.
- Innovación tecnológica. Esta transición promueve el desarrollo de nuevas tecnologías, desde motores más limpios hasta sistemas inteligentes de gestión de combustible.
- Ventajas competitivas. Las empresas que adopten estas soluciones de forma temprana podrán evitar sanciones, reducir impuestos al carbono y fortalecer su reputación ante clientes e inversores.
- Acceso a financiamiento verde. Ciertas iniciativas globales están destinando fondos a proyectos de descarbonización marítima, lo que puede facilitar el acceso al capital para empresas innovadoras.
En conclusión, los combustibles alternativos representan el futuro del transporte marítimo, no solo por sus beneficios ambientales, sino también por su potencial económico y estratégico en un mundo cada vez más enfocado en la sostenibilidad. Desde opciones ya en uso como el metanol hasta tecnologías emergentes como el hidrógeno y el amoníaco, la industria naviera se encuentra en un punto de inflexión crucial.
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Fuente: IMO