La pandemia por COVID-19, que comenzó en 2020, provocó que el sector logístico a nivel mundial tuviera que reducir considerablemente sus operaciones para evitar la propagación de la enfermedad. Esta situación desató una serie de consecuencias sin precedentes, como la desproporción entre la oferta y la demanda, el encarecimiento de los fletes marítimos y, sobre todo, la crisis global de contenedores, debido a su baja disponibilidad y localización inadecuada. Lo anterior impactó directamente en el funcionamiento del comercio internacional y, hasta el día de hoy, sus efectos siguen visibles en la economía global.
Ante esta situación, la protección de las mercancías durante su tránsito internacional adquirió una relevancia aún mayor. Así, los seguros de carga internacional se consolidaron como herramientas esenciales para importadores y agentes logísticos, especialmente en un entorno donde los retrasos, cancelaciones y pérdidas se volvieron más frecuentes.
¿Qué ocurrió durante la crisis global de contenedores?
Durante los primeros meses de la emergencia sanitaria, las ventas por ecommerce se dispararon ante la imposibilidad de acudir a tiendas físicas. Lo anterior, sumado al cierre de fábricas, la escasez de productos y materias primas, la falta de personal operativo y la desaceleración de actividades portuarias, provocó una crisis logística sin precedentes.
Uno de los principales detonantes fue el desbalance en la ubicación de los contenedores. Aunque existen suficientes unidades a nivel mundial, cientos de miles de estos equipos quedaron varados en puertos occidentales sin poder regresar a su punto de origen, principalmente China, debido a la interrupción de las rutas logísticas. Los contenedores llegaban, se vaciaban y permanecían inactivos ante la falta de productos para llenar y volver a exportar. A esto se sumaron factores como:
- La reducción drástica de operaciones portuarias.
- El cierre parcial o total de puertos en diferentes regiones.
- La escasez de mano de obra.
- La disparada de tarifas marítimas.
El transporte marítimo, encargado de mover más del 80% de las mercancías del comercio internacional, fue uno de los sectores más afectados. La crisis global de contenedores y el alto volumen de demanda provocaron un aumento exponencial en los precios de los fletes, lo que afectó directamente los costos logísticos de importadores en todo el mundo.
Los tiempos de espera también se incrementaron notablemente, ya que mientras antes una mercancía tardaba entre una y dos semanas en llegar a su destino, durante la crisis los plazos podían extenderse hasta por un mes. Esta situación afectó principalmente a los agentes de carga y a los importadores, quienes no sólo enfrentaban demoras e incertidumbre en sus entregas, sino también sobrecostos considerables que, en muchos casos, se tradujeron en productos más caros para el consumidor final.
Además, la cercanía de eventos como el Black Friday o la temporada navideña agravó aún más la problemática. En épocas de alta demanda, la falta de contenedores y el incremento de tarifas provocaron que muchos negocios no recibieran su mercancía a tiempo o que tuvieran que pagar cifras desorbitantes para hacerlo.
¿Sabías que el puerto de Manzanillo está pasando por una crisis logística? Aquí te lo contamos
¿Cuál es la situación actual?
Durante 2022, la crisis global de contenedores y los cuellos de botella comenzaron a estabilizarse lentamente conforme se reactivaban las operaciones logísticas y la demanda se contraía respecto a 2021. Sin embargo, el sector aún enfrenta múltiples desafíos.
Aunque las tarifas marítimas han bajado considerablemente (el índice Freightos Baltic indica una caída del 82% en comparación con 2022), no han regresado a los niveles prepandémicos. Además, los contenedores vacíos han comenzado a apilarse en los depósitos desde finales de 2022, reflejando una disminución sostenida en la demanda de parte de los consumidores.
A esto se suma el hecho de que muchas navieras, anticipando una mayor demanda, mandaron construir aproximadamente 7.3 millones de TEUs, los cuales estarán disponibles en los próximos años. Aunque esto sugiere una mejora en la capacidad instalada, lo cierto es que si la economía global no logra absorber este exceso, podríamos enfrentarnos a una caída significativa en las tarifas y, con ello, en la rentabilidad del sector.
Asimismo, algunos analistas como Peter Sand, de Xeneta, han señalado que muchas rutas marítimas fueron canceladas alrededor del Año Nuevo Chino, lo cual indica un nivel de incertidumbre aún muy presente en el mercado. También se ha notado una mayor cautela por parte de los importadores, quienes ahora limitan sus pedidos para evitar sobrecostos o pérdidas operativas ante posibles interrupciones.
¿Qué aprendizajes nos deja esta crisis y cómo protegerse ante futuras disrupciones?
El caso de la crisis global de contenedores ha dejado en evidencia que incluso un sistema logístico globalizado y altamente eficiente puede colapsar ante un evento inesperado. Hoy sabemos que factores como la localización de los contenedores, la capacidad portuaria, la demanda global y la coordinación logística deben considerarse como piezas interdependientes.
Ante escenarios de incertidumbre como el que aún vive el comercio internacional, la planificación anticipada y la protección financiera se vuelven indispensables. Por ello, contar con un seguro de carga no debería verse como un gasto, sino como una inversión estratégica que protege tanto la mercancía como la operación del negocio ante siniestros, demoras o interrupciones propias de un entorno volátil.
La experiencia de los últimos años también ha puesto de manifiesto que la diversificación de proveedores, rutas y puertos, así como la digitalización de procesos logísticos, serán elementos clave para fortalecer la resiliencia del sector frente a futuras crisis.
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Fuentes: The Logistics World





